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martes, 20 de marzo de 2018

MI MARATONIANA FAVORITA


Llevaba muchos días dándole vueltas a escribir la crónica de como había sido este año mi experiencia de correr de nuevo el maratón, pero pensando en como hacerlo o en que contar, me di cuenta de que hay gente que sin saberlo, se enfrentan a un verdadero maratón mucho más duro que recorrer los 42.195 metros de la famosa hazaña de Filípides.
Y de forma automática se me vino a la mente la imagen de la que a partir de ahora se ha convertido en mi maratoniana favorita.

Debería haberlo escrito en el "blog del Coyote" donde tengo las demás carreras, pero en esta ocasión se mezclan de una forma especial carrera y familia, así que tenía que escribirlo aquí

Al final los dos hemos estado meses preparándonos para ese momento, cada uno con sus entrenamientos especifico, con diferentes máquinas, entrenando la respiración, intentando mantener la cabeza fría y estar centrado....desde fuera los demás lo ven como algo normal o incluso fácil, pero sólo los que llevamos meses preparando ésto sabemos que no es así, que hay muchos momentos difíciles y algunos días donde sólo piensas dejarlo todo y abandonar.

Después de un duro entrenamiento y muchos kilómetros recorridos, por fin llega el ansiado día. Unos llegan al estadio recorriendo el camino desde su casa con una mezcla de ansiedad y nervios, preparan la mochila para dejarla en el guardarropa con todo perfectamente preparado y colocado para después. Escuchas la llamada de la megafonía y te diriges a la línea de salida. Ha llegado el momento y ya no hay vuelta atrás.
Otros en cambio, reciben una llamada telefónica (bendita llamada) en la que le comunican que alguien desconocido ha dejado un dorsal libre y que como eres el primero de la lista, ese dorsal será para ti. Ellos también recorren su camino hasta su linea de salida donde por su cabeza pasan miles de imágenes, momentos vividos, nervios, inseguridades y un sin fin de cosas mas.

Suena el disparo, comienza la carrera y de repente eres consciente de que te quedan por delante casi cuatro horas corriendo, una eternidad si te paras a pensarlo, así que no queda mas remedio que comenzar ese largo camino, metro a metro, kilómetro a kilómetro y dejar que todo siga su curso.
Mientras tanto tu llegas a tu particular linea de salida, después de una intensa preparación y te dispones a recorrer tu maratón, tus 42.192 metros pero despacito, a tu ritmo, paso a paso y dejando que todo fluya..


Los primeros 5 kilómetros parecen ser los mas fáciles y cómodos, pero por mi cabeza pasan siempre miles de ideas y me invade una sensación de incertidumbre difícil de explicar. Miro el reloj 200 veces para controlar el ritmo y no puedo dejar de ver el tiempo que llevo, los kilómetros que aun faltan, etc, etc. Se que eso no me ayuda en absoluto pero es algo que no se puede evitar cuando tienes la sensación de que el tiempo pasa mas despacio de lo normal.

En tu caso esos 5 kilómetros han supuesto una especie de agujero temporal para todos los que te rodean (y créeme que son mas de los que te imaginas) y seamos nosotros los que miremos el reloj una y otra vez, con la sensación de que una noche dura toda una eternidad. Las horas pasan muy muy despacio cuando estas esperando a que termine una intervención, esperando aunque sólo sea un mensaje que confirme que todo va bien, que todo marcha según lo previsto. Esa sí es la autentica sensación de que el tiempo se ha detenido....


Al llegar al kilómetro 10 y ver a algún conocido o familiar animándote por el camino, empiezas a pensar que todo va a ir bien. Te encuentras fuerte, bien acompañado por tus inseparables compañeros de carrera con los que vas charlando lo que puedes, mientras intentas mantener un ritmo cómodo y constante.

En tu caso ese décimo kilómetro es una habitación llena de cables y máquinas, donde te encuentras de repente con tu familia, esos que te miran con cara de felicidad y ojos brillantes. Son miradas de orgullo porque tienen delante a una guerrera, una autentica maratoniana que empieza a ser consciente que esta carrera de fondo que no ha hecho mas que empezar. Y aunque ahora toca sufrir y luchar, estamos ahí  para jalearte y animarte hasta tu meta.


La carrera llega al kilómetro 20, ya estamos casi en la mitad de carrera y empiezan a aparecer esos pequeños inconvenientes que ya sabias como ese dolor en el apoyo del pie que es "pa ti pa siempre" y te va a acompañar toda la vida. Pero estas en ese punto de no retorno, en el que piensas que ya que hemos llegado hasta aquí, no va a ser un pequeño inconveniente el que nos aparte del objetivo.

Y en tu mitad de carrera, después de una semana compleja por llamarla de alguna manera, llegas a planta donde vas a conocer a los que serán tus nuevos compañeros de viaje, los inmunosupresores. A partir de ahora seréis inseparables y serán el pegamento entre tus nuevos pulmones y tu.
Hace meses que estaba deseando poder escribir eso de "tus nuevos pulmones" y aunque era algo que al principio parecía complicado y lejanísimo,  se ha convertido en una maravillosa realidad.


Todo va más o menos dentro de lo previsto hasta que de repente llega eso que llaman "el muro", que aparece en torno al kilómetro 30 y que en mi caso suele ser a partir de las 3 horas de carrera. No sé si es algo físico, mental o una mezcla de ambos, pero es como si mi cuerpo ya no quisiese correr más, necesitase un descanso y comienza a revelarse.
Esta vez no iba nada cómodo al llegar a ese punto, ni de ritmo no de sensación en las piernas, pero la verdad que nunca había sentido una sensación tan desagradable corriendo. Me encontraba entre mareado y flojo, hasta el punto de pararme en el avituallamiento para apoyarme en una de las mesas, pensando que me caía...Pero cogí aire profundamente, me hidraté bien y seguí corriendo.
De aquí en adelante viene la parte dura de verdad de la carrera en la que quieres correr pero no puedes.

Y resulta que tu también habías llegado a tu particular "muro" y comenzabas la parte mas dura de tu carrera. Resulta que tu cuerpo también llega a un punto donde necesita reponer fuerzas, donde el cansancio se apodera de ti y te impide continuar. Sin embargo, tu has demostrado una fortaleza mental que a mi me falta y te has negado a parar, has bajado el ritmo, has apretado los dientes y has continuado el camino a tu ritmo....eres una guerrera y lo demuestras día a día.

Dicen que ésta es la parte mas dura de la carrera y que si la superas llegarás a la meta seguro. Llegarás mejor o peor, eso aún esta por ver, pero llegarás SI o SI. Y sigo pensando que esos pequeños bajones que has tenido, esos contratiempos y demás sólo son pequeñas piedras en el camino que harán que disfrutes mucho mas cuando llegues a la meta, porque aunque esto sea un "spolier" del final de la película, vas a llegar a la meta con los brazos en alto Y LO SABES....


Llegas al kilómetros 32 ó 33, porque ya has perdido la noción de la distancia, y es cuando pasas el peor momento de la carrera. De repente te duelen partes de tu cuerpo donde ni sabias que hay un músculo que se puede contracturar y cada paso, cada zancada te parece un esfuerzo sobrehumano.
Lo peor de esta parte de la carrera no son los dolores, sino que en tu cabeza comienzan las dudas y te preguntas cosas como ¿voy a ser capaz de llegar a meta? ¿merece la pena tanto esfuerzo? Son momentos difíciles, duros que he superado gracias a mi compañero de carrera Tony que me ha dado animo a cada metro que recorríamos, que me traía una esponja mojada para refrescarme, que me traía fruta mantener el cuerpo con energía...

Que te voy a contar a ti de esta parte de tu camino. Cuando empiezas a hacer cuentas de los días que llevas, cuando esperar ir mejorando poco a poco pero vienen unos días donde todo parece negativo, donde la retención de líquidos se va y deja paso a unos dolores extraños y a una sensación de fatiga y cansancio angustioso. Pero tu también has tenido en todo momento a tus fieles escudero acompañándote en cada minuto de este largo camino. Tu ejercito se ha ido turnando para que en todo momento, en cada pasito, estuvieses acompañada, atendida y no te faltase absolutamente de nada.
Ese apoyo incondicional de los tuyos y tu enorme fuerza de voluntad hacen que eso malos momentos vayan pasando, muy poco a poco, pero vayan pasando.

No sé si te habrás llegado a preguntar si todo esto merecía la pena, pero si tenias alguna duda, la respuesta es SI, por supuesto que SI. Merece la pena por toda esa gente que tanto te queremos pero sobre todo merece la pena por ti, porque ese enorme esfuerzo que estas haciendo merece su recompensa.


Según avanza la carrera y llegas al kilómetro 35, después de haber pasado por malos momentos anímicos y físicos, te das cuenta que si ya has pasado el momento malo, si has tocado fondo, esto solo puede mejorar. Por supuesto no va a ser fácil porque hay que sufrir hasta el final, pero empiezas a pensar que ya no queda tanto y que si hemos llegado hasta aquí hay que llegar al final.

Y en esa habitación de Córdoba, por algún motivo que desconocemos y que espero que algún día nos cuentes en tu propio blog, de repente todo cambia. No se si decidiste que había llegado el momento o que el ánimo y cariño de tantas personas que tienes pendientes de ti ha empezado a hacer efecto y eso te daba fuerzas.
Sea lo que sea, lo que importa es que esa mejoría (y poder escucharte al otro lado del teléfono) ha sido un subidón, un enorme "chute" de energía que es difícil explicar con palabras y que solo será comparable con el abrazo que te voy a dar el día en que vuelvas a tu casa y cruces la meta de tu particular maratón.


Y por fin, después de mas de tres horas y pico de carrera, al final del puente de la Barqueta se ve un cartel que anuncia que hemos llegado al kilómetro 40.
Es un momento que me cuesta describir porque se mezcla un intenso dolor de piernas con unas ganas de apretar los dientes y correr un poco mas. Al fondo se ve el Estadio Olímpico y todo el sufrimiento que nos ha traído hasta aquí ya no parece tanto comparado con lo que nos espera en poco mas de dos mil metros.

Supongo que esto será como el día que bajas al gimnasio y eres capaz de recorrer tu primer kilómetro en la cinta o de montarte en la bicicleta...empiezas a ser consciente de porqué has recorrido todo ese camino que te ha llevado hasta esa sala. Y donde detrás de la puerta te espera una pequeña representación de todos esos que tantas ganas teníamos de volver a verte y de abrazarte.
Hay cosas en esta vida, como ese abrazo con el corazón a mil revoluciones, que no tienen precio.


Y de repente el Estadio Olímpico se acerca tanto que llegas a ese túnel de entrada, a ese kilómetro 42 donde te sube la adrenalina y sueltas todas esas emociones que estaban encerradas. A mi me sale siempre un grito de rabia, de alivio o de lo que sea. Eso ya da igual, llegas al tartán y sólo queda disfrutar de los 192 metros que te separan de la línea de meta y de tu objetivo final.

Esta parte en tu caso no se como será. Supongo que será ese momento de salir del hospital, llegar al piso de Córdoba o salir a la calle y volver a respirar aire puro a PLENO PULMÓN.
Espero que tu sensación también sea de satisfacción, de que a pesar de los malos momentos, el esfuerzo y el resultado han merecido la pena.



Hay una frase en esta canción del Rey León que creo que resume a la perfección este maravilloso proceso de la donación de órganos, que me encanta y que a partir de ahora me va a recordar a ti:
"Él vive en ti"



Y como todo aquel que acaba una maratón aquí tienes tu medalla de Finisher esperándote, preparada para cuando vuelvas a tu casa. Eso si, esta foto voy a cambiarla por una contigo en cuanto pueda.....que para eso eres a partir de ahora MI MARATONIANA FAVORITA!!


Y aquí acaba esta historia, la historia de tu primer maratón, pero que ni mucho menos es el final. Esto solo es el comienzo de UNA NUEVA VIDA, la primera de muchas etapas que debes recorrer a partir de ahora, disfrutando de cada instante.
Lo único que te pido es que te animes a compartirlo y nos dejes disfrutar contigo....