El viernes al llegar a casa a mediodía, me dijo Mónica que habías tomado la decisión de dejar el tratamiento, las pastillas y demás, que había llegado el momento. No sabría decir si lo que sentí en ese momento era tristeza, rabia o simplemente un miedo enorme. Es una sensación extraña, porque estoy seguro que es lo mejor para ti si así lo has decidido, pero duele mucho aceptarlo.
Había llegado el día, ese que todos sabíamos que podía llegar en cualquier momento y que aunque no quieras, sabes que llegará tarde o temprano porque es ley de vida. Pero ha llegado demasiado pronto.
Y aunque estos 4 años y pico han sido un REGALO maravilloso, se me han hecho muy muy cortos.
Ya te dije en una ocasión que eras mi maratoniana favorita, pero ahora has pasado a otro nivel, al de esa gente que hacen carreras por el desierto, Ironmans o Ultramaratones. Has luchado durante muchos kilómetros junto a esos pulmones que recibimos todos contigo con tanta alegría y a los que le ha empezado a faltar el aire antes de lo que nos hubiese gustado.
Después de soltar unas cuantas lágrimas, después del enfado, de la frustración, de una enorme sensación de vacío y de impotencia, después de darle muchas vueltas y entender que lo único que podemos hacer en este momento es acompañarte , me he dado cuenta de dos cosas:
Una, que has sido una persona muy importante en mi vida, con la que sin saber porqué y desde el trasplante, he tenido una conexión especial. He tenido la gran suerte de ser tu compañero de piso, de celebrar tu nuevo cumpleaños, de pasar unas navidades "diferentes" en la casa del media lengua, un fin de año en Castilblanco de sólo siete uvas, de vivir un fin de año en la playa con partido de volley incluido, de visitas improvisadas a Costa Ballena para una cervecita en las que nos íbamos comidos y de compartir esos días de barbacoa en nuestra terraza (a las que siempre vas a seguir estando invitada).
Pero sobre todo, de que cruzaras conmigo de la mano una línea de meta con una enorme sonrisa de satisfacción en tu cara y dándome un interminable abrazo, con lágrimas de felicidad en los ojos. Me regalaste un momento de esos que no olvidaré en la vida.
Por si no lo recuerdas, mi primera oportunidad laboral me la disteis vosotros, Miguel Ángel y tú, con esa especie de entrevista de trabajo tan cómoda en el salón de tu casa que me abrió las puertas al mundo comercial.
Nos has enseñado que hay que ser consciente de que todo en la vida tiene su momento, que todo tiene un principio y un fin aunque no nos guste, y que ese final tiene que ser cuando le corresponde, ni antes ni después. Nos has regalado un tiempo maravilloso, con el que no contábamos, unos momentos preciosos que nos han permitido a todos y cada uno de los miembros de tu familia darte los achuchones y los besos que nos negó el dichoso covid y que tanto necesitábamos.
Me hubiese gustado decirte todo esto en persona pero no he sido capaz. Me he sentado contigo, me has cogido de la mano y se me ha hecho un enorme nudo en la garganta que me impedía hablar sin soltar un mar de lagrimas. Me quedo con la satisfacción de que hayas podido leer esto y con ese ratito que hemos estado charlando, mirándote a los ojos, disfrutando de tu sonrisa, de la emoción que he visto en tu cara y sobre todo, de la enorme paz y tranquilidad que me has transmitido.
De los muchos mensajes de cariño hacia ti de estos días me quedo con éste del Doctor Pérez Bernal:
Después de unos días absolutamente maravillosos, después de haber hecho todo lo que tenías pendiente con cada uno de nosotros (charlas, risas, meditación, videollamadas, confidencias, peticiones y algún...) has decidido que había llegado el momento.
Has reunido a tu hermano y a tus hermanas, a tu marido y a tus hijos alrededor de tu cama, habéis unido vuestras manos y has decidido que querías quedarte dormida mientras aún entrase el sol por tu ventana, sin hacer ruido y a tu ritmo.
Has conseguido cambiar nuestras lágrimas desconsoladas del viernes, por lagrimas de emoción a las que hemos añadido, gracias a ti, una sonrisa de felicidad.
Dejas un legado precioso para tu familia y amigos de como afrontar el tránsito hacia la muerte sin miedo, con naturalidad, en calma y eso es algo que al menos yo, que desde pequeño he tenido un miedo atroz a la muerte, te lo agradeceré siempre.
Dejas un legado precioso para tu familia y amigos de como afrontar el tránsito hacia la muerte sin miedo, con naturalidad, en calma y eso es algo que al menos yo, que desde pequeño he tenido un miedo atroz a la muerte, te lo agradeceré siempre.
Dicen que la familia es la que te toca y a los amigos los que elige cada uno, no sé si será del todo verdad, pero yo te habría elegido SIEMPRE en mi equipo.
Sólo puedo decirte que soy afortunado por haber tenido la gran suerte de conocerte, de haber compartido tantas cosas contigo, que te quiero muchísimo y sobre todo que no te preocupes, porque nuestro trato sigue en pie. Tú cuida de nosotros desde donde estés y yo cumpliré con mi parte cada día. PROMETIDO.
Sólo puedo decirte que soy afortunado por haber tenido la gran suerte de conocerte, de haber compartido tantas cosas contigo, que te quiero muchísimo y sobre todo que no te preocupes, porque nuestro trato sigue en pie. Tú cuida de nosotros desde donde estés y yo cumpliré con mi parte cada día. PROMETIDO.
No podía acabar esto sin añadir la emotiva carta que Carlos tenía preparada para despedirse de ti:
Gracias, como habría dicho tu madre, por esta última juerguecita pobre. Buen viaje 😘😘😘.
Migue.